Archive for the ‘Martinez Aldanondo’ Category

¿Cuál es el objeto de toda instrucción superior?: Convertir al hombre en una máquina. Cuarto y mitad de e-learning (II)

junio 19, 2008

Hace muchísimo que no dejamos nada del pasado de nuestro blog… y hoy me apetece…Debido a un comentario que he dejado en el espacio que ha creado nuestro admirado Fernando Santamaría en el congreso Internet en el aula titulado Espacios de reflexión: «Comunidades virtuales y redes sociales en educación«.
En este caso recuperamos un post del martes 5 de junio de 2007 titulado…. ¿Cuál es el objeto de toda instrucción superior?: Convertir al hombre en una máquina. Cuarto y mitad de e-learning

//www.elobservatodo.cl/admin/files/pictures/picture-910.jpg” porque contiene errores.
Aquí tenéis una nueva entrega del newsletter de Catenaria, concretamente el texto de Aldanondo.
Lo copio entero del correo porque no he visto que esté accesible para colocar sólo el enlace. Se titula ¿CUANTO CUESTA EL KILO DE E-LEARNING?
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria

El cuento del Rector con el que comienza el artículo Aldanondo, como metáfora inicial es divertida, pero habría que oponerle algunas cosillas…dar por supuesto que la sabiduría dice que el dinero es el camino…estaría por discutir; no se basa en algo que se llame excelencia y creatividad. La historia de Steve Jobs (con la creación de Apple y Pixar, posteriormente), de Bill Gates (con la creación de Microsoft) o de Sergey Brin y Larry Page (creadores de Google); sólo por poner ejemplos de éxito económico…no hablemos de presencia creativa y de influencia social, como Martin Dougiamas (con Moodle).

Evidentemente, posteriormente en el artículo se va viendo el trabajo sobre la educación al peso. Realmente, como decíamos ayer en Second Life y la invasión de los ladrones de cuerpos: Comunistas del espacio exterior., la cuestión clave que no se quiere abordar es: educación ¿para qué? ¿para qué educar? Aprender a desaprender . Hay un pequeño libro de Nietzsche sobre la educación muy interesante: Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (1872) (Über die Zukunft unserer Bildungsanstalten. Sechs öffentliche Vorträge)…allí, entre otrascosas, cuenta la historia de un profesor en el campo… de mudanzas no se encuentra nunca el libro que buscamos. Mientras lo recuperamos, dejemos este otro pequeño texto:

«De un examen de doctorado.-¿Cuál es el objeto de toda instrucción superior?- Convertir al hombre en una máquina. – ¿Qué medios hay que emplear para ello?.- Enseñar al hombre a aburrirse.- ¿Cómo se consigue esto?.- Con la noción del deber.- ¿Qué modelo debe proponerse?- El filólogo, que enseña a trabajar sin descanso.- ¿Cuál es el hombre perfecto?.- El funcionario del estado.- ¿Cuál es la filosofía que da la fórmula superior para el funcionario del Estado?- La de Kant: el funcionario como cosa en sí, colocado sobre el funcionario como apariencia»

Fuente: [XXIX. F. Nietzsche. «El crepúsculo de los ídolos». Ediciones del mediodía, 1968. Buenos Aires]

Como dice Aldanondo quiero un kilo y cuarto… y mitad (de regalo) de e-learning para mi empresa…Buena lectura!!!.

Un ángel hace su aparición en una reunión del claustro de profesores de una Universidad, se dirige al Rector y le dice que, como recompensa por su comportamiento ejemplar y generoso, el Señor le recompensará con uno de estos tres premios: Riqueza, Sabiduría o Belleza.
Sin dudarlo un instante, el Rector escoge Sabiduría infinita. «Concedido» exclama el ángel y acto seguido desaparece dejando una nube de humo y un relámpago cegador. En ese momento, todas las cabezas se giran hacia el Rector quien se halla rodeado de un celestial halo de luz. Uno de los catedráticos le susurra «Di algo profundo». El Rector respira hondo, se rasca el mentón y dice «Debiese haber escogido el dinero».

Hablar hoy en día de educación o de sus derivados (formación, aprendizaje, etc.) implica terminar haciendo énfasis en los números: horas, alumnos, notas, presupuestos, costes, inversiones, ahorros, en definitiva, DINERO. La educación es un lucrativo mercado y la formación es un negocio que no dejará de crecer exponencialmente en una sociedad que venera el conocimiento como la gasolina que alimenta los motores de las personas. Sin embargo, todavía no entramos de lleno en la era digital. La materia prima fundamental sigue siendo el petróleo aunque pronto será remplazado por una nueva energía mental: la creatividad.

Recientemente, Michelle Bachelet, la Presidenta de Chile, anunció una importante inyección económica (números) para tratar de mejorar los resultados de la educación (números de nuevo). Me temo que el esfuerzo no va a dar frutos. Aprender no es una ciencia, el aprendizaje no se puede medir con cifras y aunque fuese posible, no merece la pena hacerlo. Lo que importa es medir el resultado de su aplicación; no cuánto sabe alguien sino qué hace con lo que sabe, qué resultados obtiene; no cuánto cuesta sino qué beneficios aporta.

Según mi currículum, soy licenciado en Derecho, tengo 2 Masters y soy profesor en varios más. Mi nota de acceso a la universidad pudo ser un 8.15 -o tal vez un 5.15, no lo recuerdo- y mi nota promedio en la carrera pudo ser un 8.56 (o tal vez un 5.56). ¿Qué dice todo esto de mí? Una nota dice tanto de una persona como su número de pasaporte. Es decir, nada. Cada vez que tengo que contratar un diseñador instruccional para integrarlo en nuestros equipos de trabajo me fijo básicamente en 2 competencias fundamentales: su capacidad para entrevistar expertos (para hacer buenas preguntas y no para organizar contenidos de manera lógica) y su facilidad para imaginar historias y escribir guiones. Apenas hago caso de su currículum, es más, trato de que no sean pedagogos porque el trabajo de descontaminación que debemos hacer es costosísimo.

Fijaos en estos ejemplos que me ha tocado experimentar durante la última semana:

  1. Recibo el siguiente mail «Necesito que por favor me cotices para el viernes el desarrollo de un curso e-learning sobre ….». El mail se acompaña de una lista de objetivos y un Word con el índice del curso.
  2. Un cliente me comenta «Nosotros, los cursos de 4 horas los pagamos a 4 millones (5.300 euros)».
  3. Otro cliente declara «Mis cursos de ofimática me salen más baratos, pongo un profesor delante de 30 alumnos y listo»
  4. Un posible cliente me escribe «Alberto me comentó que hace 2 años tuvieron un acercamiento con ustedes para ver unos temas de e- learning y Knowledge Management, y me ha pedido que me ponga en contacto contigo para que nos presenten una propuesta respecto a este último punto»

Estas situaciones protagonizadas por empresas que están entre las 25 más grandes de Latinoamérica, distan mucho de ser excepcionales y no hacen otra cosa que confirmar todas mis sospechas: Vivimos en la época del fast food – fast training. La educación se ha trivializado, se compra por peso, se mide por horas.

Más ejemplos de números:
Como ex jugador de basket, suelo seguir los resultados de la NBA. En EEUU, un equipo de cualquier liga profesional es una empresa liderada por reputados ejecutivos, dividida en distintas líneas de negocio donde los jugadores son los auténticos vendedores de cuyo desempeño, cada noche, depende el futuro de la organización. Evidentemente, para ser jugador profesional hay que desplegar una serie de competencias tanto físicas, técnicas como emocionales, muy sofisticadas y especializadas. Hace un par de años me llamó la atención un equipo que había perdido una enorme cantidad de millones de dólares al no clasificar para los playoffs como consecuencia de una pésima temporada. Cuando fui a ver sus estadísticas, comprobé que habían ganado 36 partidos y habían perdido 46 pero para mi sorpresa observé que en cada partido anotaban un promedio de 94,92 puntos pero recibían 96, es decir «perdían todos sus partidos por 1 punto». Caray, es el colmo de la mala suerte, pensé. Cuando fui a ver las cifras individuales de cada jugador (vendedor) un dato resaltaba poderosamente: el segundo mejor anotador (vendedor) del equipo con 18,4 puntos por partido tenía un porcentaje de tiros libres de un 37%, algo vergonzoso e impropio de cualquier profesional (e incluso de un jugador aficionado). Hay algunos insignes jugadores tristemente famosos por esa incapacidad, Shaquille ONeal es posiblemente el caso más conocido.
Analizando este balance scorecard, parecía evidente que si se logra mejorar el rendimiento de ese jugador a un promedio normal (un 70% por ejemplo), dicho jugador pasaría fácilmente a anotar 22 ó 23 puntos por partido y, haciendo un ejercicio un poco artificial, su equipo pasaría a ganar todos los partidos por 3 puntos y por tanto a clasificar para los playoffs y a ganar un montón de millones de dólares. Las preguntas que surgen automáticamente son muy elementales:

¿Tiene sentido invertir en mejorar el desempeño de ese jugador? ¿Cómo lo haríamos? ¿Qué resultados esperamos obtener? ¿Tiene sentido que haga un curso de e-learning aunque sea gratis? ¿Cuánto gastaríamos en el proceso? ¿Cómo lo evaluamos?.

Como ya he escrito otras veces, para diseñar un programa de aprendizaje, los contenidos no son el punto de partida aunque muchos clientes insisten en enviar toneladas de powerpoints cuando solicitan una propuesta. Para aprender, sabemos que no es imprescindible hacer cursos. Basta que reflexionemos acerca de aquellas áreas en las que nos consideramos expertos y pensar en cómo hemos llegado a desarrollar ese know how. Desde luego, en muy pocas ocasiones ocurrió en un aula. De hecho, si estamos de acuerdo en que aprendemos haciendo, el propio concepto de aula, curso y profesor no tienen sentido porque en un aula no se «hace» gran cosa.

Por quinto año estoy participando como juez de los Brandon Hall e-learning awards donde me ha tocado juzgar el proyecto de una multinacional del software. Dicha empresa ha puesto un enorme catálogo de cursos a disposición de todos los empleados que cubre cada necesidad de capacitación que pueda imaginarse. Y lo que es mejor, no se han gastado un solo dólar en su desarrollo. Los empleados pueden tomar los cursos cuando quieran y sólo entonces hay que desembolsar el dinero de la licencia. Por curiosidad, analicé el curso denominado Calidad de servicio al cliente cuya duración es de 1h 25min. Si el curso dura 85 minutos y contiene 8 objetos de aprendizaje, imaginó que cada uno dura unos 10 minutos y medio. ¿Qué podría aprender alguien en 10 minutos y medio? Además se prometen 8 resultados así que imagino que en 10 minutos y medio sería capaz, por ejemplo, de descubrir y eliminar barreras que impiden fidelizar a un cliente. Eso equivale a 5,15 minutos para descubrirlas y 5,15 minutos para eliminarlas. Cualquiera que lleve algunos años trabajando sabe que no es fácil resolver esos problemas. Es impresionante saber que se puede aprender a descubrir esas barreras en solo 5,15 minutos y además on line. Y resulta todavía más impresionante aprender a eliminarlas en solo 5,15 minutos más. Está claro que los milagros existen.
Luego revisé el curso Liderando un equipo de alto desempeño de 12 horas de duración y que cubría mucho más material y contenidos que el anterior. Hacer funcionar equipos de trabajo no es nada sencillo pero se supone que si un empleado hace ese curso, 12 horas después sabrá cómo hacerlo: Sabrá impartir sesiones de formación, definir una meta, visualizar un objetivo, vender sus ideas, etc. Cuando pienso en esas situaciones, no me resulta nada claro cómo se manejan. Lo que estoy seguro es que lo que alguien pueda saber al respecto, lo ha aprendido de la dura experiencia. ¿Qué estarían aprendiendo realmente los alumnos de ese curso? Sabemos que cualquier cosa que queramos hacer bien (vender, liderar personas o sacar jugando al tenis) exige años de práctica y no cursos de 8 horas o libros con títulos prometedores.

Hay una pregunta que nunca falta y que formulan de manera constante muchos responsables de RRHH. ¿Cuánto cuesta un curso de e-learning? Lo perverso de esta pregunta es que implícitamente da por sentado que un programa de aprendizaje se corresponde directamente con un número, tiene un precio que cada proveedor anuncia en un cartel como en los puestos de un mercado, y se puede comprar por kilos como si fuese jamón, tomates o patatas. Cada vez que escucho esa pregunta respondo con otra pregunta similar que está idénticamente mal formulada ¿Cuánto cuesta una casa? Obviamente depende de muchas cosas.
Quien esté preocupado por saber cuanto cuesta un curso de e-learning debiese primero hacerse algunas preguntas: ¿Porque quiero hacer un curso? ¿Qué problema quiero resolver? ¿Cuánto me cuesta (y me importa) ese problema y hasta donde estoy dispuesto a llegar para resolverlo? ¿Qué resultados espero obtener y cómo los voy a medir? ¿Estoy seguro de que ese curso es la mejor solución?

Nuestra sociedad venera la velocidad, la cultura del correcaminos donde todo debe ser cada vez más rápido, donde no vivimos la vida sino que corremos la vida y donde el tiempo es dinero (hacer más en menos tiempo). Estamos obsesionados en medir todo con cifras y que cada año, esas cifras sean considerablemente mejores que las del anterior. Obviamente era muy ingenuo pretender que esta ola no iba a inundar también el mundo del aprendizaje:

Cada día nos ofrecen desde cursos de lectura rápida, hasta aprender todo sobre management en 1 hora (el best seller «Quién se ha llevado mi Queso» por ejemplo) o asistir a una clase magistral con el Profesor Peter Drucker en DVD. Pasamos del workaholic al speedaholic. Tomarse tu tiempo, ralentizarse un poco, ser pausado, está mal visto. Cuando corro, me evito pensar. No hay niños con déficit atencional sino adultos con ese déficit. Criamos niños estresados que no saben pensar y no saben soñar. y como dice mi amigo Marcelo Lasagna «en el vértigo, nada florece». Se busca lo más rápido, lo más efectivo pero al mismo tiempo lo más barato. El problema es que esa ecuación no se sostiene y alguien pierde.

No sé de quien es la responsabilidad: Si de la oferta que es capaz de ofrecer cualquier cosa con tal de vender en un negocio que cada vez resulta más apetitoso. O de la demanda, del mercado que ve una manera fácil y sencilla de gastar lo menos posible reutilizando los viejos manuales, powerpoints y CDs que ya tenía.
Cuando preguntas a un directivo de una empresa cómo miden el impacto de su formación, si están contentos con el esfuerzo que hacen y si se puede mejorar, todos coinciden en que la formación no le cambia la vida a nadie: no modifica comportamientos y por tanto no tiene apenas impacto.

Hay una historia de un maestro que contaba siempre una historia al terminar la clase, pero los alumnos no siempre la entendían. Uno de ellos se quejó de que no les explicaba el significado y el maestro se disculpó y en señal de reparación le invitó a comer un rico melocotón. Más aún, el maestro se ofreció a pelar él mismo el melocotón. Incluso lo cortó en trozos para que le fuese más fácil comerlo, lo que el alumno acepto aunque no quería abusar de su generosidad. Por último, el maestro le propuso también masticarlo antes de dárselo a lo que el alumno, esta vez, se opuso sorprendido. El maestro le contestó: «Si yo os explico el sentido de cada cuento, sería como daros a comer una fruta masticada». Para aprender te tienen que pasar cosas a ti, no al profesor, aprender cuesta trabajo Nadie puede masticar la comida por ti, ni nadie puede aprender por ti. Lo malo es que en los cursos pasan muy pocas cosas.

Todos estos temas los analizaremos en la octava edición de Edunet el 27 de junio en Santiago http://www.interexpo.cl/programa_edunet07.htm y los pueden profundizar asistiendo a estas discusiones virtuales con Roger Schank http://www.engines4ed.org/invite/index.html

En definitiva ¿Cuánto cuesta un curso? La verdad es que la respuesta a esa pregunta no es muy importante pero si no se conforman con eso, tengan los ojos bien abiertos porque en el supermercado cercano a su casa seguro que ya ha llegado el ofertón del mes: pague 3 cursos de habilidades directivas y llévese 1 de ofimática y 1 de inglés de regalo.

Fuente: [newsletter ]

¿Cuál es el objeto de toda instrucción superior?: Convertir al hombre en una máquina. Cuarto y mitad de e-learning

junio 5, 2007

//www.elobservatodo.cl/admin/files/pictures/picture-910.jpg” porque contiene errores.
Aquí tenéis una nueva entrega del newsletter de Catenaria, concretamente el texto de Aldanondo.
Lo copio entero del correo porque no he visto que esté accesible para colocar sólo el enlace. Se titula ¿CUANTO CUESTA EL KILO DE E-LEARNING?
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria

El cuento del Rector con el que comienza el artículo Aldanondo, como metáfora inicial es divertida, pero habría que oponerle algunas cosillas…dar por supuesto que la sabiduría dice que el dinero es el camino…estaría por discutir; no se basa en algo que se llame excelencia y creatividad. La historia de Steve Jobs (con la creación de Apple y Pixar, posteriormente), de Bill Gates (con la creación de Microsoft) o de Sergey Brin y Larry Page (creadores de Google); sólo por poner ejemplos de éxito económico…no hablemos de presencia creativa y de influencia social, como Martin Dougiamas (con Moodle).

Evidentemente, posteriormente en el artículo se va viendo el trabajo sobre la educación al peso. Realmente, como decíamos ayer en Second Life y la invasión de los ladrones de cuerpos: Comunistas del espacio exterior., la cuestión clave que no se quiere abordar es: educación ¿para qué? ¿para qué educar? Aprender a desaprender . Hay un pequeño libro de Nietzsche sobre la educación muy interesante: Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (1872) (Über die Zukunft unserer Bildungsanstalten. Sechs öffentliche Vorträge)…allí, entre otrascosas, cuenta la historia de un profesor en el campo… de mudanzas no se encuentra nunca el libro que buscamos. Mientras lo recuperamos, dejemos este otro pequeño texto:

«De un examen de doctorado.-¿Cuál es el objeto de toda instrucción superior?- Convertir al hombre en una máquina. – ¿Qué medios hay que emplear para ello?.- Enseñar al hombre a aburrirse.- ¿Cómo se consigue esto?.- Con la noción del deber.- ¿Qué modelo debe proponerse?- El filólogo, que enseña a trabajar sin descanso.- ¿Cuál es el hombre perfecto?.- El funcionario del estado.- ¿Cuál es la filosofía que da la fórmula superior para el funcionario del Estado?- La de Kant: el funcionario como cosa en sí, colocado sobre el funcionario como apariencia»

Fuente: [XXIX. F. Nietzsche. «El crepúsculo de los ídolos». Ediciones del mediodía, 1968. Buenos Aires]

Como dice Aldanondo quiero un kilo y cuarto… y mitad (de regalo) de e-learning para mi empresa…Buena lectura!!!.

Un ángel hace su aparición en una reunión del claustro de profesores de una Universidad, se dirige al Rector y le dice que, como recompensa por su comportamiento ejemplar y generoso, el Señor le recompensará con uno de estos tres premios: Riqueza, Sabiduría o Belleza.
Sin dudarlo un instante, el Rector escoge Sabiduría infinita. «Concedido» exclama el ángel y acto seguido desaparece dejando una nube de humo y un relámpago cegador. En ese momento, todas las cabezas se giran hacia el Rector quien se halla rodeado de un celestial halo de luz. Uno de los catedráticos le susurra «Di algo profundo». El Rector respira hondo, se rasca el mentón y dice «Debiese haber escogido el dinero».

Hablar hoy en día de educación o de sus derivados (formación, aprendizaje, etc.) implica terminar haciendo énfasis en los números: horas, alumnos, notas, presupuestos, costes, inversiones, ahorros, en definitiva, DINERO. La educación es un lucrativo mercado y la formación es un negocio que no dejará de crecer exponencialmente en una sociedad que venera el conocimiento como la gasolina que alimenta los motores de las personas. Sin embargo, todavía no entramos de lleno en la era digital. La materia prima fundamental sigue siendo el petróleo aunque pronto será remplazado por una nueva energía mental: la creatividad.

Recientemente, Michelle Bachelet, la Presidenta de Chile, anunció una importante inyección económica (números) para tratar de mejorar los resultados de la educación (números de nuevo). Me temo que el esfuerzo no va a dar frutos. Aprender no es una ciencia, el aprendizaje no se puede medir con cifras y aunque fuese posible, no merece la pena hacerlo. Lo que importa es medir el resultado de su aplicación; no cuánto sabe alguien sino qué hace con lo que sabe, qué resultados obtiene; no cuánto cuesta sino qué beneficios aporta.

Según mi currículum, soy licenciado en Derecho, tengo 2 Masters y soy profesor en varios más. Mi nota de acceso a la universidad pudo ser un 8.15 -o tal vez un 5.15, no lo recuerdo- y mi nota promedio en la carrera pudo ser un 8.56 (o tal vez un 5.56). ¿Qué dice todo esto de mí? Una nota dice tanto de una persona como su número de pasaporte. Es decir, nada. Cada vez que tengo que contratar un diseñador instruccional para integrarlo en nuestros equipos de trabajo me fijo básicamente en 2 competencias fundamentales: su capacidad para entrevistar expertos (para hacer buenas preguntas y no para organizar contenidos de manera lógica) y su facilidad para imaginar historias y escribir guiones. Apenas hago caso de su currículum, es más, trato de que no sean pedagogos porque el trabajo de descontaminación que debemos hacer es costosísimo.

Fijaos en estos ejemplos que me ha tocado experimentar durante la última semana:

  1. Recibo el siguiente mail «Necesito que por favor me cotices para el viernes el desarrollo de un curso e-learning sobre ….». El mail se acompaña de una lista de objetivos y un Word con el índice del curso.
  2. Un cliente me comenta «Nosotros, los cursos de 4 horas los pagamos a 4 millones (5.300 euros)».
  3. Otro cliente declara «Mis cursos de ofimática me salen más baratos, pongo un profesor delante de 30 alumnos y listo»
  4. Un posible cliente me escribe «Alberto me comentó que hace 2 años tuvieron un acercamiento con ustedes para ver unos temas de e- learning y Knowledge Management, y me ha pedido que me ponga en contacto contigo para que nos presenten una propuesta respecto a este último punto»

Estas situaciones protagonizadas por empresas que están entre las 25 más grandes de Latinoamérica, distan mucho de ser excepcionales y no hacen otra cosa que confirmar todas mis sospechas: Vivimos en la época del fast food – fast training. La educación se ha trivializado, se compra por peso, se mide por horas.

Más ejemplos de números:
Como ex jugador de basket, suelo seguir los resultados de la NBA. En EEUU, un equipo de cualquier liga profesional es una empresa liderada por reputados ejecutivos, dividida en distintas líneas de negocio donde los jugadores son los auténticos vendedores de cuyo desempeño, cada noche, depende el futuro de la organización. Evidentemente, para ser jugador profesional hay que desplegar una serie de competencias tanto físicas, técnicas como emocionales, muy sofisticadas y especializadas. Hace un par de años me llamó la atención un equipo que había perdido una enorme cantidad de millones de dólares al no clasificar para los playoffs como consecuencia de una pésima temporada. Cuando fui a ver sus estadísticas, comprobé que habían ganado 36 partidos y habían perdido 46 pero para mi sorpresa observé que en cada partido anotaban un promedio de 94,92 puntos pero recibían 96, es decir «perdían todos sus partidos por 1 punto». Caray, es el colmo de la mala suerte, pensé. Cuando fui a ver las cifras individuales de cada jugador (vendedor) un dato resaltaba poderosamente: el segundo mejor anotador (vendedor) del equipo con 18,4 puntos por partido tenía un porcentaje de tiros libres de un 37%, algo vergonzoso e impropio de cualquier profesional (e incluso de un jugador aficionado). Hay algunos insignes jugadores tristemente famosos por esa incapacidad, Shaquille ONeal es posiblemente el caso más conocido.
Analizando este balance scorecard, parecía evidente que si se logra mejorar el rendimiento de ese jugador a un promedio normal (un 70% por ejemplo), dicho jugador pasaría fácilmente a anotar 22 ó 23 puntos por partido y, haciendo un ejercicio un poco artificial, su equipo pasaría a ganar todos los partidos por 3 puntos y por tanto a clasificar para los playoffs y a ganar un montón de millones de dólares. Las preguntas que surgen automáticamente son muy elementales:

¿Tiene sentido invertir en mejorar el desempeño de ese jugador? ¿Cómo lo haríamos? ¿Qué resultados esperamos obtener? ¿Tiene sentido que haga un curso de e-learning aunque sea gratis? ¿Cuánto gastaríamos en el proceso? ¿Cómo lo evaluamos?.

Como ya he escrito otras veces, para diseñar un programa de aprendizaje, los contenidos no son el punto de partida aunque muchos clientes insisten en enviar toneladas de powerpoints cuando solicitan una propuesta. Para aprender, sabemos que no es imprescindible hacer cursos. Basta que reflexionemos acerca de aquellas áreas en las que nos consideramos expertos y pensar en cómo hemos llegado a desarrollar ese know how. Desde luego, en muy pocas ocasiones ocurrió en un aula. De hecho, si estamos de acuerdo en que aprendemos haciendo, el propio concepto de aula, curso y profesor no tienen sentido porque en un aula no se «hace» gran cosa.

Por quinto año estoy participando como juez de los Brandon Hall e-learning awards donde me ha tocado juzgar el proyecto de una multinacional del software. Dicha empresa ha puesto un enorme catálogo de cursos a disposición de todos los empleados que cubre cada necesidad de capacitación que pueda imaginarse. Y lo que es mejor, no se han gastado un solo dólar en su desarrollo. Los empleados pueden tomar los cursos cuando quieran y sólo entonces hay que desembolsar el dinero de la licencia. Por curiosidad, analicé el curso denominado Calidad de servicio al cliente cuya duración es de 1h 25min. Si el curso dura 85 minutos y contiene 8 objetos de aprendizaje, imaginó que cada uno dura unos 10 minutos y medio. ¿Qué podría aprender alguien en 10 minutos y medio? Además se prometen 8 resultados así que imagino que en 10 minutos y medio sería capaz, por ejemplo, de descubrir y eliminar barreras que impiden fidelizar a un cliente. Eso equivale a 5,15 minutos para descubrirlas y 5,15 minutos para eliminarlas. Cualquiera que lleve algunos años trabajando sabe que no es fácil resolver esos problemas. Es impresionante saber que se puede aprender a descubrir esas barreras en solo 5,15 minutos y además on line. Y resulta todavía más impresionante aprender a eliminarlas en solo 5,15 minutos más. Está claro que los milagros existen.
Luego revisé el curso Liderando un equipo de alto desempeño de 12 horas de duración y que cubría mucho más material y contenidos que el anterior. Hacer funcionar equipos de trabajo no es nada sencillo pero se supone que si un empleado hace ese curso, 12 horas después sabrá cómo hacerlo: Sabrá impartir sesiones de formación, definir una meta, visualizar un objetivo, vender sus ideas, etc. Cuando pienso en esas situaciones, no me resulta nada claro cómo se manejan. Lo que estoy seguro es que lo que alguien pueda saber al respecto, lo ha aprendido de la dura experiencia. ¿Qué estarían aprendiendo realmente los alumnos de ese curso? Sabemos que cualquier cosa que queramos hacer bien (vender, liderar personas o sacar jugando al tenis) exige años de práctica y no cursos de 8 horas o libros con títulos prometedores.

Hay una pregunta que nunca falta y que formulan de manera constante muchos responsables de RRHH. ¿Cuánto cuesta un curso de e-learning? Lo perverso de esta pregunta es que implícitamente da por sentado que un programa de aprendizaje se corresponde directamente con un número, tiene un precio que cada proveedor anuncia en un cartel como en los puestos de un mercado, y se puede comprar por kilos como si fuese jamón, tomates o patatas. Cada vez que escucho esa pregunta respondo con otra pregunta similar que está idénticamente mal formulada ¿Cuánto cuesta una casa? Obviamente depende de muchas cosas.
Quien esté preocupado por saber cuanto cuesta un curso de e-learning debiese primero hacerse algunas preguntas: ¿Porque quiero hacer un curso? ¿Qué problema quiero resolver? ¿Cuánto me cuesta (y me importa) ese problema y hasta donde estoy dispuesto a llegar para resolverlo? ¿Qué resultados espero obtener y cómo los voy a medir? ¿Estoy seguro de que ese curso es la mejor solución?

Nuestra sociedad venera la velocidad, la cultura del correcaminos donde todo debe ser cada vez más rápido, donde no vivimos la vida sino que corremos la vida y donde el tiempo es dinero (hacer más en menos tiempo). Estamos obsesionados en medir todo con cifras y que cada año, esas cifras sean considerablemente mejores que las del anterior. Obviamente era muy ingenuo pretender que esta ola no iba a inundar también el mundo del aprendizaje:

Cada día nos ofrecen desde cursos de lectura rápida, hasta aprender todo sobre management en 1 hora (el best seller «Quién se ha llevado mi Queso» por ejemplo) o asistir a una clase magistral con el Profesor Peter Drucker en DVD. Pasamos del workaholic al speedaholic. Tomarse tu tiempo, ralentizarse un poco, ser pausado, está mal visto. Cuando corro, me evito pensar. No hay niños con déficit atencional sino adultos con ese déficit. Criamos niños estresados que no saben pensar y no saben soñar. y como dice mi amigo Marcelo Lasagna «en el vértigo, nada florece». Se busca lo más rápido, lo más efectivo pero al mismo tiempo lo más barato. El problema es que esa ecuación no se sostiene y alguien pierde.

No sé de quien es la responsabilidad: Si de la oferta que es capaz de ofrecer cualquier cosa con tal de vender en un negocio que cada vez resulta más apetitoso. O de la demanda, del mercado que ve una manera fácil y sencilla de gastar lo menos posible reutilizando los viejos manuales, powerpoints y CDs que ya tenía.
Cuando preguntas a un directivo de una empresa cómo miden el impacto de su formación, si están contentos con el esfuerzo que hacen y si se puede mejorar, todos coinciden en que la formación no le cambia la vida a nadie: no modifica comportamientos y por tanto no tiene apenas impacto.

Hay una historia de un maestro que contaba siempre una historia al terminar la clase, pero los alumnos no siempre la entendían. Uno de ellos se quejó de que no les explicaba el significado y el maestro se disculpó y en señal de reparación le invitó a comer un rico melocotón. Más aún, el maestro se ofreció a pelar él mismo el melocotón. Incluso lo cortó en trozos para que le fuese más fácil comerlo, lo que el alumno acepto aunque no quería abusar de su generosidad. Por último, el maestro le propuso también masticarlo antes de dárselo a lo que el alumno, esta vez, se opuso sorprendido. El maestro le contestó: «Si yo os explico el sentido de cada cuento, sería como daros a comer una fruta masticada». Para aprender te tienen que pasar cosas a ti, no al profesor, aprender cuesta trabajo Nadie puede masticar la comida por ti, ni nadie puede aprender por ti. Lo malo es que en los cursos pasan muy pocas cosas.

Todos estos temas los analizaremos en la octava edición de Edunet el 27 de junio en Santiago http://www.interexpo.cl/programa_edunet07.htm y los pueden profundizar asistiendo a estas discusiones virtuales con Roger Schank http://www.engines4ed.org/invite/index.html

En definitiva ¿Cuánto cuesta un curso? La verdad es que la respuesta a esa pregunta no es muy importante pero si no se conforman con eso, tengan los ojos bien abiertos porque en el supermercado cercano a su casa seguro que ya ha llegado el ofertón del mes: pague 3 cursos de habilidades directivas y llévese 1 de ofimática y 1 de inglés de regalo.

Fuente: [newsletter ]

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Lego. Aprender haciendo a través del juego: Aldanondo y Margulis en un workshop.

May 23, 2007

//www.revistacapitalhumano.cl/pop_centro.jpg” porque contiene errores.
Ya habíamos hablado anteriormente de Margulis y de Aldanondo en este blog (me encanta el cartel) , del que tenéis algunos ejemplos aquí abajo:

A) Aldanondo:

1) miércoles 13 de diciembre de 2006 Cuéntame un cuento. Javier Martínez Aldanondo
2) domingo 5 de noviembre de 2006 [art] La dictadura de la educación. Javier Martínez Aldanondo
3) martes 19 de septiembre de 2006 [art] Schwarzenegger, tecnología corporal y e-learning en blanco y negro
4) o el más antigüo: del miércoles 10 de septiembre de 2003 [art] Contenidos en e-learning: el rey sin corona (por ahora). Javier Martínez Aldanondo

B) Margulis:

1) viernes 24 de noviembre de 2006 Taller sobre Juegos reales y virtuales para el aprendizaje
2) viernes 6 de agosto de 2004 [not] Seminario internacional de e-learning en Chile
3) miércoles 5 de mayo de 2004 [art] Debatiendo el e-learning. Lucio Margulis

En fin, que ahora los dos juntos legoando, y con una propuesta apoyada por catenaria y capital humano y… lego no podía faltar en este blog…. Madre, cuantas construcciones hemos hecho con estas piececitas ignorantes de su destino futuro que le depararía un workshop educativo y hasta un programa del MIT basado en ellos…!!!

Fuente: [capital humano]

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[art] La dictadura de la educación. Javier Martínez Aldanondo

noviembre 5, 2006


LA DICTADURA DE LA EDUCACIÓN
Javier Martínez Aldanondo,Gerente División Gestión del Conocimientode Catenaria
jmartinez@catenaria.cl

Durante el mes de junio, los escolares chilenos paralizaron el país reivindicando cambios en el sistema educativo. Aunque obtuvieron algunas concesiones, sólo reclamaban mejoras accesorias (el envoltorio) que tendrán muy poco impacto mientras desgraciadamente la calidad de la educación seguirá igual (la fruta continuará podrida). Podemos recoger a cada niño en su casa en una limusina y llevarle a un colegio tapizado con alfombras persas, darle de comer caviar y la calidad de la educación será la misma que hoy. Los estaremos enviando a un cine de lujo a ver la misma película aburrida que no les interesa en absoluto. Trate de recordar con cuántas de las clases que recibía en el colegio soñaba usted entusiasmado deseando que llegase el momento de asistir. ¿Pocas verdad? ¿Y qué pasaba cada vez que el profesor salía del aula por algún motivo?
Asumir que los resultados de las pruebas internacionales, donde se mide, por ejemplo, el nivel de matemáticas, son un barómetro de la calidad de la educación es un engaño y una simplificación vergonzosa. ¿Tanta influencia tienen las matemáticas en la vida profesional de un adulto? ¿Y en su vida personal? ¿Cuánta gente dedica su vida a las matemáticas? Habiéndome educado en España, estudié el último año de secundaria en USA y escogí el nivel más alto de matemáticas. Aunque parezca difícil de creer, yo era el que más sabía de toda la clase con muchísima diferencia (por ejemplo, jamás llegamos a estudiar Integrales), sin embargo todos salían de la escuela con el carnet de conducir bajo el brazo. ¿Como es posible si USA es hoy el país más avanzado del mundo? ¿Podríamos concluir que nuestros compañeros de escuela con mejores puntajes son hoy en día ciudadanos felices y exitosos? En el caso de que los resultados de esas pruebas fuesen extraordinarios, la realidad de la educación sería igualmente dramática. Un buen puntaje no es sinónimo de una buena educación. La sociedad sigue convencida de que si los escolares estudiasen más y sacasen mejores notas, el problema de la educación estaría resuelto. ¿Y por qué no quieren estudiar los escolares? ¿Será por falta de capacidad?

Empecemos por esta simple pregunta: ¿Para qué educamos a nuestros niños? Para prepararles para la vida y entregarles herramientas para enfrentar la sociedad del SXXI, es decir, para que sean autónomos, capaces de decidir, innovar y guiar sus propias vidas en lugar de memorizar datos, estresarse con los exámenes y obedecer órdenes. Aprender es importante porque educamos a los niños para un mundo que no podemos predecir. Sin embargo, los esfuerzos (y la presión desmedida) se concentran en la trampa de prepararlos para obtener buenas notas y hacer el trabajo tedioso de clasificarlos para acceder a la universidad. Los adultos, y la empresas que contratan a los recién licenciados, sabemos, demasiado tarde, que lo realmente imprescindible para vivir «exitosamente» no se aprende en las aulas, no se mide con exámenes ni generalmente lo enseñan los profesores: Expresarse adecuadamente, relacionarse y comunicarse con los demás, crear redes y trabajar colaborativamente, vender, razonar y pensar críticamente, criar hijos, entender sobre salud y nutrición, manejar tus finanzas personales, dominar el estrés, gestionar la autoestima …

La educación tiene 2 graves problemas mucho más serios y complejos que lo que indican esas pruebas tan veneradas como inútiles:

– QUÉ se enseña: Lo que la escuela trata de enseñar no tiene nada que ver con lo que sabemos que vamos a necesitar en el futuro ni con lo que les interesa a nuestros jóvenes. Ya es hora de reconocer que el curriculum actual se diseñó para un mundo que dejó de existir hace 150 años. Los educadores y los políticos están más preocupados de la trigonometría, la tabla de los elementos o el pasado pluscuamperfecto y de cumplir los programas comprometidos. ¿Qué impacto tienen la biología, la física, el álgebra en la vida que les espera? ¿Por qué no enseñar alfarería, apicultura o danza? El principal hombre de negocios del mundo (Bill Gates) abandonó la universidad antes de terminar sus estudios y el principal hombre de negocios de España (Amancio Ortega, propietario de Zara) ni siquiera puso sus pies en ella. ¿Donde se estudia para ser Ronaldo, Madonna o el Presidente Lagos? El mal del ombliguismo nos lleva creer que sabemos lo que los jóvenes necesitan y quieren aprender y siempre olvidamos que el anzuelo le tiene que gustar al pescado y no al pescador.

– CÓMO se enseña: Sentar a nuestros hijos en un aula para que escuchen y memoricen durante 18 largos años no es la mejor manera de que aprendan. Aprobar un examen no es sinónimo de aprendizaje. Para aprender hay que practicar, hay que hacer y acumular experiencia; esa es la manera de construir conocimiento y en las aulas no se practica nada. Hoy valoramos la capacidad de memorizar para aprobar un examen. ¿Cuántas personas serían capaces de aprobar la prueba de acceso a la universidad si tuviesen que hacerla hoy? ¿Y de aprobar alguno de los examenes que hizo en la universidad? Si educamos para competir, obedecer y sacar buenas notas, no podemos exigir al mismo tiempo innovación, creatividad y emprendimiento. Demasiados niños van al colegio como al dentista, dispuestos a pasarlo mal y esperando que termine cuanto antes. No se puede obligar a nadie a aprender, igual que no se puede obligar a profesar una religión.

El principal cáncer de la educación son los exámenes y más que ningún otro, el examen de acceso a la universidad. El sistema está diseñado para enseñar lo que se puede medir en los exámenes, los alumnos sólo se interesan por las notas y a los profesores y a las escuelas se les evalúa por los resultados de los alumnos. Curiosamente, a nadie le importa aprender.
Aunque entiendo que no es el objetivo del sistema educativo, el resultado es que el colegio termina teniendo sospechosas similitudes con la cárcel. Se esfuerza por amansar y anestesiar a esos niños que llegan llenos de energía y acostumbrados a hacer preguntas que es el elemento fundamental para aprender. Si no te haces una pregunta, no aprendes. Sin embargo, las preguntas suelen ser incomodas para la mayoría de los profesores y el problema es que la escuela está repleta de respuestas a preguntas que nuestros niños no se hacen. El sistema educativo está diseñado para amoldar a las personas a un modelo predefinido. Te dice: este es el modelo del mundo correcto que debes aceptar y conocer, no importa que tú quieras construir el tuyo propio, no importa lo que te interesa sino que nosotros ya hemos decidido qué debes aprender, cuando y cómo, ya sabemos lo que te conviene y a partir de los 6 años, te encierra en esa prisión, te instala el miedo a equivocarte y te advierte que esas serán las reglas (todo el poder en manos del profesor), ese será tu calendario de vida, eso será lo que harás y como te deberás comportar para que te validemos. No importan tus sueños, importa que compitas y demuestres lo que sabes individualmente. Todos aprenden lo mismo, al mismo ritmo pero lo hacen individualmente. Es incongruente mantener y potenciar este sistema y al mismo tiempo hablar de ciudadanos libres, autónomos, democráticos y por tanto de libertad. Este es el peor sistema posible para educar personas que sepan colaborar que es la base de la sociedad del conocimiento. En Chile se ha creado hace unos meses el Consejo Asesor Presidencial de la Educación formado por 81 expertos para que hagan propuestas para mejorar la calidad y sin embargo la conclusión es «más de lo mismo». ¿Cómo es posible que nadie esté dispuesto a cambiar, empezando por los Ministerios de Educación, cuando todos estamos unánimemente de acuerdo en que la educación hace aguas de manera irremediable? Posiblemente la solución no está en las manos de los expertos en educación, incapaces de dudar de sus viejos paradigmas.
Seguimos educando para la sociedad industrial, para el mundo de ayer aunque sabemos que las habilidades requeridas hoy en día no forman parte del curriculum. Y eso solo se explica porque seguimos considerando más importante la Física que el Trabajo en Equipo. Lo más increíble es que hay consenso general en que no hay nada más prioritario que la educación pero al mismo tiempo se impone una rígida dictadura apoyada en las 3 Ps: Profesores, Padres y Políticos, cada uno con sus propios intereses para que nada cambie.
¿Y la Tecnología? Debe ser el caballo de Troya que permita que algo se mueva de una vez por todas pero llenar las aulas de computadores y banda ancha no resolverá nada. Hasta hoy el computador se entiende como una herramienta para mejorar la presentación de contenidos. ¿De eso se trata la educación, de presentar mejor los contenidos? El Powerpoint es una pésima herramienta para aprender aunque es mayoritariamente la más empleada para generar contenidos para aprendizaje. Tecnologías como la tiza y la pizarra o el Powerpoint y el videoproyector están ahí porque son fáciles de usar pero sobre todo porque no exigen cambiar. Hay dictaduras plenamente vigentes y no va a ser nada fácil provocar la revolución que tenemos pendiente.

Fuente: [ newsletter gestión del conocimiento catenaria]

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[art] Schwarzenegger, tecnología corporal y e-learning en blanco y negro

septiembre 19, 2006

Aunque no estoy demasiado de acuerdo con la comparación con el cine mudo y del blanco y negro, os presento un artículo titulado: «E-learning en Blanco y Negro» de Javier Martínez Aldanondo.

Respecto a concebir la fotografía en blanco y negro o al cine mudo como tecnologías a las que les falta algo, no me parece una análisis completo. Méliès o Lumiére o Edison no inventaron, crearon o desarrollaron una «tecnología defectuosa». El cine mudo, al que yo prefiero llamar cinematógrafo era un concepto, al que posteriormente toman otros hombres y lo desarrollan hacia otros mundos de posibilidades y virtualidades. Es como si dijéramos que como le falta el olor al cine es una tecnología que está todavía en estado inicial. O decir que la pintura estaba en pañales antes del uso de la perspectiva como tecnología pictórica, para que luego llegaran las vanguardias y volviesen a cargársela…desde luego a algunas les haría falta la vuelta al mudo.

Deberíais tomar como ejemplo la Embriología(no soy un técnico en embriología), si al «huevo» le falta un trozo logra desarrollar desde cualquier de las partes que restan. Podríamos hablar de Prigogine, Varela, Von Foerster, fractales, hologramas, la parte está en el todo y el todo en la parte…etc…Lo que quiero decir es que a nadie se le ocurre decir que un bebé es un producto defectuoso porque todavía no le ha dado un infarto de miocardio con 44 años por el exceso de estrés y la vida loca en la que viven los adultos.

Considerar la tecnología como acercamientos a una completud finalista a la que hay que llegar sea como sea no me parece un enfoque productivo. Baste ver :

Kinoglaz de Dziga Vertov(1924) que entre otras cosas decía «Lo fundamental: usar la cámara como un ojo fílmico más perfecto que el ojo humano para explorar el caos de los fenómenos visuales que llenan el universo.»

Nosferatu, eine Symphonie des Grauens de Murnau(1922),

Das Cabinet des Dr. Caligari.de Robert Wiene (1920),

Dr. Mabuse, der Spieler – Ein Bild der Zeit de Fritz Lang(1922),

Berlin: Die Sinfonie der Großstadt de Walter Ruttmann(1927)

para entender que a esos films no le falta absolutamente nada y lo veo con mucho más gusto y placer que la última de Schwarzenegger, un producto de la tecnología más moderna y potente con colores, infografías, etc… tanto corporalmente como conceptualmente, sino mirar la foto de un cuerpo tecnológicamente moldeado (química, física y mentalmente).

En resumen, aunque la cuestión merecería un análisis más profundo, eso lo dejamos para un «artículo más académico»… En todo caso, ya en otro post anterior (Pourquoi blog et wiki ne tueront pas l’email en entreprise) trate el tema con algunas resonancias que me vienen de nuevo a la cabeza:

Neil Postman: Divertirse hasta morir: discurso público en la era del» show business», Fin de La Educacion y Tecnópolis: La rendición de la cultura a la tecnología

McLuhan : El medio es el masaje y La comprensión de los medios como extensiones del hombre

De Certau: La invención de lo cotidiano. el arte de hacer. El oficio de la historia, Historia y psicoanálisis.

Personalmente pienso, que a las disciplinas les falta aperturas y dejarse llenar de resonancias de cualquier otra disciplina. Yo aconsejaría fervientemente a los famosos «expertos en e-learning» leer a Einsenstein, Vertov, ver a Dreyer y porqué no pensar «El Gran Vidrio» , de Duchamp. Por no salirnos de los años 20 de los que estamos hablando. El «sonoro» llega El 6 de octubre de 1927

con el «Cantor de Jazz» un drama imposible con un Al Jonson cantando pintado de negro ya que «entonces»los USA a los negros no…bueno!!! esa es otra historia de blanco y negro aunque algo más racista.

Aquí tenéis el enlace al artículo:


Javier Martínez Aldanondo
Gerente División de Gestión del Conocimiento de Catenaria

E-learning en Blanco y Negro

En junio de 2006, participé por cuarto año consecutivo como Juez en los Brandon Hall Excellence in Learning Awards (una especie de Oscars del e-learning). Tuve la oportunidad de analizar con detalle productos presentados por una institución Militar norteamericana, por una conocida cadena de comida rápida y por el ayuntamiento de una de las principales ciudades en Estados Unidos. El balance, a pesar de que los años van pasando, sigue siendo el mismo. Haciendo el paralelismo con el mundo de la televisión, todavía estamos en la era del blanco y negro (o del cine mudo si hablamos cinematográficamente). Aun cuando los programas de aprendizaje presentados tratan de abordar problemas relevantes para dichas organizaciones (cómo minimizar el riesgo de intoxicación alimentaria, cómo reducir los costos de rotación del personal o cómo mejorar la calidad de servicio) sin embargo, la forma de abordarlo no tiene ninguna posibilidad de éxito. (leer más…)

Fuente: [learningreview]

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